Ella 

Estoy en la cama. Acabo de hacerle el amor a mi esposa y mientras se baña escucho que los niños ya están viendo la televisión. Mi vida es normal de nuevo, pero aunque ya pasaron 3 meses, no puedo dejar de pensar en ella.
   

Aun recuerdo lo nervioso que estaba en aeropuerto. No les diré donde trabajo, pero si les diré que nunca mandan a nadie fuera si no es realmente importante. Así que pasar dos días en la cuidad de México era un punto muy importante en mi carrera en esa empresa. Así que ahí estaba yo con una maleta pequeña con un solo cambio de ropa formal, listo para hacer lo que creían que era el mejor de 200 empleados para hacer. Miraba nerviosamente a todos lados, tratando de no parecer muy nervoso y sabiendo que no lo estaba logrando. Faltaban mas de 30 minutos para el vuelo cuando ella llego y mis nervios desaparecieron, reemplazados por una contemplación casi religiosa.

 

Era una mujer bellísima, de baja de estatura. Ella mediría si acaso un metro sesenta, sesenta y cinco contando sus rizos. Su piernas se me revelaron en su delicada exquisitez pues llevaba una falda muy corta. El escote de su blusa revelaba algo de sus breves pero hermosos senos, tenia el pelo rizado y enredado de una mera vagamente africana... no se como llamarle a eso, después de todo soy hombre y lo único que se de peinados es que hay peines y cepillos. Su rostro era absolutamente bellísimo, tenia la nariz ancha, pero enmarcaba perfectamente con su cara redonda y su ancha boca, labios ni delgados ni gruesos. No llevaba mas que una ligerisima capa de maquillaje, solo un poco de negro en las pestañas, un poco de color muy tenue en los párpados, un poco de brillo en los labios, pero parecía salida de una revista, parecía que había pasado por la silla del mejor maquillista del mundo. Asi de bella era. Me quede un rato, segundos tal vez (pero me parecieron minutos) admirando la linea de su cuello, sus hombros descubiertos... a pesar se que estaba a varios metros de mi me encontré buscando el olor de su cuello. Sin darme cuenta estaba suspirando.

Un poco avergonzado de mi, me di la vuelta. Después de todo era yo un hombre casado. Pero la sensualidad de esta mujer era tal que ya sentía cosquilleos en mi pene. Ahora la miraba indirectamente, escudriñando su reflejo en un escaparate. Cuando por fin nos pidieron abordar. Una parte de mi estaba agradecida de que ya no la vería, una parte aun mas fuerte de mi, deseaba con todas mis fuerzas que ella estuviera cerca.

Dentro del avión, me coloque en mi asiento. respire profundamente y cerré los ojos, vería si podía dormir un poco en el vuelo. Cuando el avión comenzó a moverse por la pista, escuche una voz angelical queme pregunto:
- ¿Le molesta si me siento aquí?
Alzé la mirada y era ella.
- Claro, adelante - dije yo de manera automática. Ella se sentó a mi lado, cerca de la ventana, por donde se podía ver el motor. En ese momento me llego el aroma de su perfume y su embrujo sobre mi fue total. La siguiente media hora en el avión fue como un sueño en el que yo evitaba su mirada, como temiendo la vergüenza de que viera la lujuria en mis ojos. Después de un rato, inevitablemente, conversamos. ¿De que? de una y mil cosas, de todo lo que se puede conversar en un vuelo de un par de horas. Me entere de que ella iba a España en un intercambio, de que estaría un año allá. Que no era de mi cuidad sino de una población vecina. Me confesó que era su primera vez en avión y tenia algo de miedo, a lo que yo le conteste que era mi segunda vez en avión y que no había porque sentir miedo... etc, etc. Todo el tiempo que conversamos, me imagine la piel bajo su blusa, las piernas bajo la falda... a cada minuto pensé que tendría una erección colosal y que la poseería ahí mismo, delante de todos... y que mas allá de detenerme todos los ojos caerían con envidia por que ellos también al deseaban ¿Como no podrían alguien desear hacerle el amor a una diosa de bolsillo como ella?

Bajamos del avión aun conversando. El el momento de la despedida, me atreví y le pregunte que donde se quedaría. Para mi sorpresa, ella había rentado una habitación en un hotel a unas cuadras del mio. Quedamos que la buscaría mas tarde y tomaríamos un café.

Durante mi día de trabajo, saludando a desconocidos, verificando lo que debía hacerse, y haciendo un millar de cosas que se habían vuelto grises y sin importancia, mera rutina en un lugar diferente, solo podía pensar en ella. Solo podía imaginarme mis manos en su piel, su aroma llenándome por completo...

Llegue a mi hotel y desempaque. Pensé en ella y en al soledad de mi cuarto, toda esa lujuria por fin se manifiesto. Me tendí sobre la cama y mi pene reclamo poderosamente mi atención. lo toque, duro como estaba y sentí una ola de placer. Me fue imposible contenerme. Me masturbe como no lo había hecho en años.. cerré los ojos y ahí estaba ella, sin ropa, sobre mi, el dulce aroma de su perfume... imagine su cálida vagina en mi pene, sus senos en mis manos y nuestros labios juntos. Pronto, el orgasmo me abrumo: eyacule con fuerza portentosa, manchando la camisa que llevaba aun puesta. El orgasmo fue tremendo, agotador. Me quede tendido varios minutos. Pensé "si su recuerdo me hace sentir tanto placer... ¿Como seria hacerle el amor a ella?" Contrariamente al sentimiento de culpa que suele traer la masturbación, esta vez sentí un profundo alivio, tanto por la liberación de la tensión, como porque ahora, tal vez, podría quitarme esa fantasía de la cabeza.

Al fin llego la noche. Nos vimos en el café de mi hotel, pues mi empresa me pagaba una cierta cantidad de viáticos y pensaba aprovecharla. Yo pedí café, pero ello pidió un capuchino helado. después del capuchino helado empezó a pedir unas copas. No muchas, tres, creo, y yo otras tantas, que nos duraron casi igual numero de horas. La conversación que tuvimos fue trivial, pero muy agradable. .........Al parecer nos agradábamos bastante. El punto crucial vino al final de la tercera copa. Yo hice la inevitable pregunta:
-¿Y tienes novio?
-Mmm – ella bajó la mirada, sopesando su respuesta.- Si... pero no. Si lo tengo, pero nos peleamos algo fuerte por lo del viaje. Le comente que había posibilidades de quedarme mas de un año... no le pareció la idea pero tampoco cortamos... ah... no hubo tiempo de reconciliarnos.
-Supongo que tendrán que arreglarlo a distancia, es una lastima.
-Si, si- Bebió el ultimo sorbo de su trago. Me miro y dijo: - ¿Y tu?
-Bueno- Por un momento considere mentirle, pero decidí decirle la verdad, porque en alguna parte de mi , el marido fiel estaba repudiando de lo que estaba sintiendo y haciendo- Soy casado. Tengo dos hijos.
-Ah, que bien. que lindo!
Se hizo un silencio. Ella lo rompió
-Y le has sido infiel alguna vez?
Mi corazón dejo le latir un par de segundos. Luego conteste
-No, nunca- luego, me jugué el todo por el todo- Tu serias la primera- Le lance la sonrisa mas estúpida que he hecho en mi vida, a lo que ella respondió:
-Mmm la primera vez siempre es excitante
Se acerco a mi y nuestros labios se juntaron. El beso que nos dimos fue tan dulce, tan tierno, pero a la vez tan apasionado que el ruido del bar a nuestro alrededor desaparecio, la gente ya no estaba... solo eran nuestros labios.. fue un beso como no lo había dado en muchos años... con una pasión, con una novedad tan intensa...

Los siguientes minutos no importaron. Pagamos y subimos a mi habitación. nos quitamos la ropa en un verdadero frenesí. Cuando la tuve por fin ante mi, su belleza sobrepasaba las mas locas expectativas que yo tendría, desde sus pequeños y rosados pezones hasta la suave curva de su sexo era una diosa, era lo mas sexy que había yo visto en mi vida. Nos recostamos y nos besamos mas. Mi pene me pedía que la penetrara, pero el tocarla y abrazarla era tan excitante como el sexo mismo. Ella hizo una pausa, fue a su bolso y saco un paquete de condones. Yo no dije nada, era lo mas natural. Pero en vez de darme uno, se puso a acariciar mi pene de una mera soberbia, me fue inevitable gemir de placer. Luego, uso ambas manso en esa suave caricia y gemí de nuevo. Pronto, ella besaba mi pene con ternura y le daba lenguetazos cada ves mas amplios y ricos hasta que pronto me estaba haciendo sexo oral de una manera que no creí posible. A pesar de haberme masturbado en la tarde, sus expertas caricias me hicieron eyacular en minutos y de una manera que realmente no creí posible, el orgasmo fue cegador, mientras eyaculaba mis piernas temblaban y mis manos se aferraban a su delicioso cuerpo... ella pasa sus manos por todo mi cuerpo y cada centímetro de piel se convertía en un lugar mas donde sentir el orgasmo... cuando retiro su boca, vi que había introducido el condón de sabor en ella y me lo había puesto poco antes de eyacular, todo el semen estaba ahí. Con gran destreza, lo quito sin derramar una gota y se deshizo de el. Al regresar nos besamos y acariciamos mas... Quería disculparme por haber eyaculado sin hacerle el amor, pero ella no me dejo decir ni una palabra. Luego, por instinto comencé a tocarla.... su sexo era una sensación divina en mi mano... estaba tan excitada que acariciarle el clítoris era darle placer sin temor a equivocarme... su propia humedad lubricaba mi mano y cada vez que utilizaba un dedo diferente la transición era suave. Ella gemía y sus gemidos eran susurros en mi oído: " si.. así.. mas fuerte" yo me puse sobre ella y le bese los senos, lamí los pezones con mucho amor y cuidado... ella estaba en éxtasis y yo tenia una erección otra vez. Roce mi pene en su húmeda vulva, con toda la delicadeza que pude. Su clítoris estaba casi tan duro como mi erección, mi glande y ese bello botón de rosa se rozaron durante minutos mientras me llenaba del sabor sus pechos, del aroma de su cuello , del sus labios en los míos. De alguna manera reuní la suficiente cordura para ponerme un condón. La penetré por fin y me perdí en ella. Durante minutos, horas o años su cuerpo bajo el mio se movió a mi compás, a veces rápido , veces profundo mientras su aroma me llenaba la nariz, su sabor los labios y su bello cuerpo era todo lo que había en mis ojos. Sus manos acariciaron mi espalda y me tomo por las nalgas. Se afianzo de la cabecera y me tomo entre sus piernas. Poco a poco la lleve al orgasmo, que vino suave como llegan las olas. Si respiración cambio de manera que no la percibí, sus gemidos se convirtieron en delicados gritos, su cadera me marcó el ritmo mas acelerado y mas profundo y sus uñas se encajaron en mi espalda cuando su espalda se arqueó de puro placer. Después de eso pensé que querría descansar, pero con los ojos aun cerrados de placer comenzó a moverme otra vez. Nos movimos y luego ella estaba sobre mi. La vista de su cuerpo hermoso gozando del sexo después de un orgasmo era casi demasiado para mi. De no haber eyaculado antes, lo habría hecho en ese momento, pero pude verla llegar al clímax una segunda vez.. y en la tercera ambos nos sumergimos en un abismo de placer. La noche fue un sueño irreal. Despertamos tal vez tres veces en las que hacíamos el amor intervalos. No se cuantos orgasmos tuvo ella, pues parecía hacerme el amor en un estado de orgasmo perpetuo, yo llegue al menos dos veces mas. Lo mas peculiar de ese hacer el amor en el borde de la conciencia es que tuve la sensación de que en esa bella sinfonía de placer, yo era el instrumento. No lo digo de una manera derogativa. Después de todo, sin un instrumento, el músico no puede hacer música y se requiere de un gran instrumento para un gran concierto. A lo que me refiero es que mi pequeña diosa parecía tener mas necesidad de mi que yo de ella, pero aun así, me guiaba a lo que quería sin decírmelo. Bastaba con que moviera una pierna, conque deslizara una mano para ponerme donde me necesitaba. Y ahí yo me entregaba a ella, era todo lo que yo esperaba que fuese.

 

El sueño terminó abruptamente a las 7:00 am, cuando sonó mi despertador. Me levanté y me dirigí a la ducha, donde el agua caliente y las grandes gotas cayeron deliciosamente sobre mi espalda, como siempre me pasa después que el sexo ha sido bueno. Pocos baños tan agradables hubo en mi vida como el de esa mañana.

 

Ella me alcanzó en al regadera. Mojada era aun mas bella. La bese e hicimos el amor un poco mas, pero con una inequívoca prisa de mi parte. No que haya sido malo, lo hice fuerte y ella lo gozo bastante, pero podía haber pasado días en ese cuarto haciéndole el amor. Tristemente era tiempo que no tenia. Después de todo, no estaba de vacaciones.

 

En el lobby nos despedimos, con un beso breve. Jamas la he vuelto a ver.

 

Pase el resto del día haciendo lo que mejor hago, pero luchando con el cansancio de una noche dormida solo a medias y con el recurrente sueño despierto de ella en mi cama. La tarde vino y tuve que regresar al aeropuerto y a mi ciudad, a mi empleo, a mi familia.

Han pasado tres meses y aunque el sentimiento, la sensación y el recuerdo han menguado un poco, aun la llevo en mi todos los días. Tengo suerte de que haya sido solo una noche, de otra manera le susurraría su nombre a mi esposa cuando hacemos el amor.

 

Han pasado tres meses desde que ella hizo algo por mi que fue mas allá del una noche increíble. Me hizo sentir amado y necesitado. No de la manera cotidiana en que me necesitan en mi empleo o de la manera tan familiar en que necesito a mi esposa y ella a mi, sino de una manera tan intensa e inequívoca que te hace sentir que cualquier duda que uno pudiera tener de si de algo sirve estar vivo, se resuelve en ese momento. Es una sensación que sentido pocas veces en mi vida y aun la saboreo.

 

A veces me pregunto si realmente habré sido tan especial para ella como lo fue para mi. Probablemente no, pero necesitaría preguntárselo y a propósito he perdido sus datos de contacto. No tengo tiempo de tener aventuras a distancia o de esconderme en la navidad para verla cuando regrese a ver a la familia. Si el destino me quiere con ella alguna vez mas, lo sera. Pero tratare de que sea solo como amigos. Esto ha sido muy bello como para mancharlo con algo mas.

 

Han pasado tres meses y aquí tirado en la cama, después de hacer el amor con mi esposa, pienso en ella. Aun me llena el aroma de su piel y mi pene se erecta por el recuerdo. Cierro los ojos y la veo, borrosa, disfruto de la imagen antes que se vaya.